Son las 7:45 de la mañana. Carolina Jara junto a sus compañeras de trabajo levantan por última vez las persianas de "La Boston", confitería que defendieron durante años. Cuando el reloj marque las 20entregarán las llaves de los comercios a la Justiciay lo que seguirá es, para ellos, una historia conocida: incertidumbre y volver a la calle. Fueron años de lucha que incluyeron declaraciones de quiebra, toma de locales, venta de café hecho en bidones, conservadores con medialunas en una improvisada mesita en la vereda de los comercios y la reapertura de los locales.
“No sabemos qué va a pasar con la confitería, sinceramente. Algunos estamos muy cansados ya, queríamos que se resuelva”, dice casi con resignación la mujer que pasó gran parte de su vida laboral en la confitería. Es que la mayoría de los 40 empleados que ponen el cuerpo día a día en las sucursales, entre atención al público, elaboración y logística llevan entre 20 y 30 años en la empresa.
La historia de “La Boston” se remonta a 1958 cuando Fernando Álvarez y Miguel Potrone montaron una confitería de primera categoría en un largo salón ubicado en la calle Buenos Aires al 1900.
La Confitería Boston logró el reconocimiento que tantos anhelan y recién en 1997 la empresa comenzó a expandirse. En julio de 1997 se inauguró el local ubicado en Boulevar Marítimo y Urquiza.
La demanda de productos llevó a la firma a la construcción de una nueva fábrica en la avenida Constitución y Manuela Pedraza, que la planta elaboradora de productos de pastelería, sandwichería y cátering, con un local de venta al público y cafetería.
La empresa estuvo, hasta 2016 en manos de Pastelera Tecomar S.A., Osvaldo Amado, Teresa Haydeé Castro y su hermana Marta Delia Castro, y Clemente Fermín Herrera hasta que los hermanos Lotero y los austríacos Carl Ludwig y Aston Schonfeldt compraron la firma.
En diciembre de 2016, con el cartel de flamantes dueños de la tradicional confitería marplatense Boston, el grupo empresarial de origen austríaco con parte de capitales locales, se reunió con el intendente Carlos Fernando Arroyo y anunció un ambicioso plan de expansión que incluía la contratación de unos 300 empleados, la apertura de 100 comercios en Argentina y la exportación de sus productos a diversos países de América Latina y Europa.
"Tenemos un plan de extensión de 100 tiendas en 5 años a nivel nacional. Queremos que la producción sea íntegramente realizada en Mar del Plata. Los puestos de trabajo que planificamos están en el orden de los 300 solo en el área de producción", afirmaba a 0223 Lotero al tiempo que detallaba que la empresa iniciaba unproceso de industrialización controlada preservando el concepto original y llevándolo a un proceso de congelado. "Durante este verano iniciaremos los procesos de certificación internacional para exportación. Prevemos poder llevar los productos en condiciones intactas de calidad hasta el punto de venta final", decía.
En un año, el panorama fue diametralmente opuesto para los empleados:cerraron dos de las tres sucursales y despidieron a 60 de los 83 trabajadores, personal con antigüedades que rondan entre los 10 y 25 años. La confitería emblema de la ciudad iniciaba el conflicto más extenso en la historia gastronómica de Mar del Plata.
Entonces, los trabajadores tras meses de pagos adeudados,en abril tomaron dos de las tres sucursales de la confitería como única garantía de reclamo.Durante las semanas siguientes los trabajadores empezaron a recibir los primeros telegramas de despido y se los acusaba de usurpación y violencia por la ocupación de los locales; argumentos que utilizaron luego para negarse indemnizar a la gente. A mitad del año los empresarios pidieron el concurso preventivo de acreedores, medida que dejó a la empresa al borde de la desaparición.
Luego de meses de conflicto y resistencia por parte de los empleados que quedaban, "La Boston" reabrió sus puertas.“Este es un negocio que da para 60 o 70 años más, siempre fue viable, solamente que lo agarraron estas personas estafadoras e hicieron un desastre, un vaciamiento del local. De cinco locales que tenían cerraron dos”, decía Jara a este medio en aquella feliz ocasión.
Este lunes, Jara y sus compañeros abren el local por última vez conscientes que, al finalizar la jornada laboral deberán entregar las llaves del comercio a la Justicia. "Apartir de octubre no sabemos qué va a pasar con la confitería, porque nadie nos ha dicho nada". Lo quepor ahora saben, es que les tomará algunos días entregar las cosas que tienen en comodato dentro del local, pero el mismo, como tal dejará de funcionar esta noche.
"Es difícil, nos está costando despedirnos. Estamos muy agradecidos con la gente que nos apoyó desde el primer día y si llegamos a esta altura fue gracias a ellos, que desde el día 1, nos ayudó a sostener la lucha", cerró la mujer.
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